TRANSICIÓN Y CONFORMISMO
Vicente y Carboni protestando una decisión del árbitro en el Valencia-Inter |
“Que se refuercen
los demás”. El Valencia acaba de ganar la Liga 2001/2002 y, sin embargo, la
situación económica del club es delicada. El entrenador, Rafa Benítez, sabe que
ha exprimido al máximo a su plantilla hasta lograr convertirla en campeona,
derrotando a los galácticos del Real Madrid, así como también al poderoso
Deportivo de principios de siglo. Por lo tanto, el técnico madrileño pide
refuerzos, fichajes que puedan dar un plus a la plantilla, que aumente la
competitividad y para paliar posibles bajas ante el interés de clubes poderosos
por las estrellas del Valencia. La respuesta del presidente, tanto de manera
privada como pública, fue contundente: “que se refuercen los demás, los
campeones somos nosotros”. Arrogancia en estado puro por parte de Jaume Ortí.
Jaume Ortí, presidente del Valencia en aquella época |
El Valencia necesitaba refuerzos específicos, especialmente en el lateral derecho y en la punta de ataque, después de las bajas de Angloma y de Adrian Ilie. Para el ala derecha, el Valencia estuvo tanteando durante meses la incorporación del futbolista del Las Palmas, recientemente descendido a Segunda División, Ángel. Un lateral con buena proyección y futuro. Finalmente ficharía por el Celta de Vigo, donde conseguiría ser internacional con España, antes de jugar en el Villarreal, Betis y de vuelta a Las Palmas. Para la delantera, el objetivo era Albert Luque, del Mallorca, donde había jugado dos temporadas fantásticas que le permitieron ir al Mundial de Corea y Japón, pero su precio era prohibitivo y terminó fichando por el Deportivo.
Por lo tanto,
Rafa Benítez se quedó compuesto y sin fichajes y Jaume Ortí, presidente del
Valencia en aquella época, enunció la frase con la que se abre este artículo
intentando tapar que el club no disponía del dinero suficiente para poder
reforzar el equipo con garantías.
El entrenador, a
pesar del gran nivel de la plantilla, temía que sus jugadores, después del gran
esfuerzo hecho para lograr el campeonato de Liga, pudieran acomodarse y bajar
el pistón, teniendo en cuenta el regreso del Valencia a la Champions League.
Y parece ser que
sus preocupaciones tenían sentido después de ver el primer mes de competición.
El equipo perdió de manera contundente la Supercopa de España ante el Deportivo
y, en el entrenamiento anterior al primer partido de Liga en Mallorca, Rafa
Benítez decidió cancelarlo diez minutos después de su comienzo, debido a la
poca intensidad que veía en sus jugadores, quienes estaban de risas y con pocas
ganas de correr.
Afortunadamente,
el principio de la temporada en Liga y en Champions fue prometedor y el equipo
mostraba un nivel similar al de la temporada anterior, en parte gracias a un
sistema defensivo sólido y al gran acierto de John Carew en ataque. El equipo
se colocó líder en el mes de septiembre.
Pero, a partir de
entonces, el Valencia empezó a tener una alarmante falta de gol, agravado por
el hecho de que los jugadores eran incapaces de acertar desde el punto de
penalti; de hecho, llegó un momento en el que cuando se pitaba una pena máxima
a favor del Valencia parecía que el castigo recayera en los propios futbolistas
del Valencia, creándoles una gran inseguridad. Incluso un especialista como
Rubén Baraja llegó a fallar dos en un partido en casa contra el Celta.
En la Champions
League el panorama era bastante halagüeño. El grupo que le tocó en suerte al
Valencia era bastante asequible, con el Liverpool, el Spartak de Moscú y el
Basilea. El Valencia lideró su grupo sin problemas pero en la segunda liguilla
tendría que vérselas con rivales temibles. Un Arsenal invencible liderado por
Henry, Vieira, Pires o Bergkamp; una Roma muy potente con Totti, Cafú y Cassano
y, por último, un Ajax de Amsterdam entrenado por Ronald Koeman en el que
militaban jugadores que serían estrellas años más tarde, como Ibrahimovic o Van
der Vaart, y veteranos como Litmanen.
En el mes de
noviembre tuvo lugar un hecho que no hizo más que dificultar la relación entre
Rafa Benítez con la directiva. Javier Subirats, director deportivo y gran
valedor del entrenador, fue sustituido en el cargo por otro ex-futbolista del
Valencia, Jesús García Pitarch, con el que el técnico tendría sus más y sus
menos en varias ocasiones. Aún así, Benítez firmó su renovación por dos
temporadas más, pactada anteriormente con Subirats.
Suso García Pitarch junto a Rafa Benítez |
Cuando llegó el
mes de diciembre, el club no estaba lejos de los primeros puestos de la
clasificación, liderada por la sorprendente Real Sociedad de Nihat, Kovacevic y
Xabi Alonso. Pero la falta de gol era preocupante. El equipo hacía muchas
ocasiones pero siempre fallaba a la hora de rematar. Un ejemplo de ello fue el
primer partido de la segunda fase de grupos de la Liga de Campeones en Mestalla
contra el Ajax. El Valencia, después de tener más de diez ocasiones vio como,
en el minuto 87, Zlatan Ibrahimovic marcaba para los holandeses en la única
ocasión que tuvo su equipo. Por fortuna, en el descuento, Angulo marcó el
empate. Sumado a la falta de acierto y al problema con los penaltis, el
Valencia empezaba a flaquear en la zona en la que más fuerte era: en la
defensa. El Valencia, a mitad de temporada, empezó a recibir goles a balón
parado debido a la falta de tensión defensiva que tanto temía Benítez al
principio de temporada.
La Copa del Rey
terminó pronto para el Valencia en aquella temporada. Con la regla del partido
único en casa del rival más débil, el equipo logró eliminar al Nàstic de
Tarragona por penaltis pero cayó de la misma forma contra el Alicante, de 2ªB.
Un fracaso a sumar al de los años anteriores, contra Osasuna, Guadix o Novelda.
Por otro lado, no
faltó el escándalo anual del Santiago Bernabeu. Aún dolido por haber perdido la
Liga en el año de su centenario, el Real Madrid empezó a orquestar presiones
mediáticas contra el equipo valencianista para descentrarlo y poder evitar
obstáculos en su camino por el título liguero en unos años en los que su máximo
rival, el Barcelona, estaba jugando a un nivel paupérrimo. Así, con 1-1 en el
marcador en un partido en el que el Valencia estaba mostrando un gran nivel, el
lateral derecho madridista Míchel Salgado simuló una agresión de Pablo Aimar; el
árbitro picó y el argentino fue expulsado. Aimar, un jugador incapaz de hacer
daño a nadie, se retiró del campo sin entender nada. A partir de ahí el
Valencia se descentró y terminó cayendo 4-1, jugando más de media hora con uno
menos.
Aimar siendo expulsado en el Santiago Bernabeu |
Presentación de Anthony Réveillère como jugador del Valencia |
A partir de la
segunda vuelta el Valencia se vendría abajo. La exigencia del calendario (esta
temporada fue la última en la que los octavos de final de la Champions League
se jugaría como una liguilla, para así descargar a los jugadores de partidos) y
el desatino en ataque, sólo salvado por unos números aceptables de Carew, Aimar
y un sorprendente Fabio Aurelio, hicieron que el equipo tuviera problemas para
sacar los partidos adelante.
En la segunda
liguilla de la Liga de Campeones, el Valencia logró clasificarse en uno de los
grupos más igualados de la historia, y además como primero de grupo, después de
una noche mágica, el día de la cremà
de las Fallas, derrotando al potente Arsenal por 2-1, recordando la victoria
lograda contra el mismo rival dos años antes y que permitió al Valencia
clasificarse para las semifinales de la Champions League en 2001. Además, el
verdugo de los británicos volvió a ser el mismo que dos años antes: el noruego
John Carew. El Valencia sufrió, ya que el Arsenal poseía el ataque más potente
del continente, pero el equipo logró jugar a su máximo nivel, sobre todo a
nivel defensivo, y el gigante noruego tuvo buena puntería en ataque. En cuartos de final esperaba el Inter de Milán
de Héctor Cúper, otro hueso duro de roer, con Zanetti, Materazzi, Crespo y
Vieri entre otros.
En el partido de
vuelta, el Valencia jugó a un fantástico nivel, a pesar de recibir un gol de
Vieri en los primeros minutos del partido. El héroe de aquel partido, como en
la eliminatoria del año anterior en la Copa de la UEFA, fue el guardameta
Toldo, quien desbarató las múltiples ocasiones que tenía el Valencia. El equipo
valencianista volvió a demostrar una gran falta de acierto y, aún así,
consiguió remontar el partido y colocarse 2-1, con goles de Aimar y Baraja. El
Valencia siguió asediando la portería del Inter y en los últimos minutos, el
defensa italiano Adani le hizo un penalti clarísimo a Juan Sánchez, pero el
colegiado danés Milton Nielsen no lo vio, o no lo quiso ver. El Valencia cayó
eliminado y ese año no habría títulos, ya que el Valencia poco a poco se había
descolgado de las primeras posiciones, en las que Real Madrid y Real Sociedad
luchaban por el título.
Después de este
jarro de agua fría, el Valencia se vino abajo. El Celta de Vigo y el Deportivo
le habían comido la tostada en su lucha por los puestos de Champions League, y
el calendario era durísimo, teniendo que jugarse su clasificación para la
máxima competición continental con partidos contra el Deportivo, el Real Madrid,
la Real Sociedad y el Barcelona. Precisamente contra los catalanes fue cuando
el Valencia perdió todas sus opciones, en un partido recordado por el gol de
penalti de Mendieta para el Barcelona, cuya celebración Mestalla nunca
entendió. El Valencia tenía que consolarse con participar en la Copa de la UEFA
la temporada siguiente, aunque la historia al final dice que aquello terminó
siendo un regalo.
Al final Rafa
Benítez tenía razón: el Valencia necesitaba refuerzos y que la plantilla
mantuviera su compromiso y su actitud para poder jugar al mismo nivel que le
había permitido ganar la Liga anterior. El equipo al final mostró ese
conformismo que tanto temía el técnico valencianista en una temporada que puede
considerarse como una temporada de transición, después del éxito de la
temporada anterior y el éxito que vendría la temporada siguiente, un accidente
necesario que impulsaría al equipo para convertirse en el mejor del mundo.