martes, 12 de mayo de 2015

Rafa Benítez, el torero


RAFA BENÍTEZ: EL TORERO


Rafa Benítez en su primera temporada con el Valencia CF

23 de mayo de 2001: estadio de San Siro (Milán), final de la Champions League. El Valencia logra la proeza de volver a disputar la finalísima de la máxima competición continental. Pero se vuelve a quedar con la miel en los labios. Se está más cerca que en la final del año anterior pero la lotería de los penaltis es cruel con los valencianistas; Pellegrino falla el penalti decisivo y el Valencia pierde la tanda contra el Bayern de Munich.

Quizá lo mejor hubiera sido que empezaran las vacaciones y empezar la temporada 2001/2002 desde cero, pero por desgracia todavía quedaba nada menos que un mes de competición liguera. El Valencia está dentro del objetivo, que no era otro que el de clasificarse para la siguiente Liga de Campeones, pero por detrás acecha un Barcelona, cuya temporada estaba siendo muy pobre y con un ambiente caldeado, con una estrella descontenta (Rivaldo) y un capitán que anuncia su marcha con solo 29 años (Guardiola). Aún así, cosas de la vida, la última jornada la tienen que disputar ambos en el Camp Nou. Al Valencia le basta un empate y logra igualar el resultado en dos ocasiones hasta que en el minuto 89 Rivaldo se inventa una genialidad y de chilena desde fuera del área marca el gol de la victoria. El Valencia en un mes pierde la final de la Champions y se queda fuera de la siguiente edición. Un drama.
Rivaldo marcando un gol de chilena que dejaba el Valencia fuera de la siguiente edición de la Champions League
 
Además de todo esto, el entorno social era convulso, como de costumbre, y afecta al aspecto deportivo. Todo el mundo ya sabe que el técnico argentino Héctor Cúper no va a renovar su contrato; con una relación de amor-odio con el público de Mestalla, el entrenador que llevó a dos finales seguidas de la Liga de Campeones y que ganó una Supercopa de España dejaba el club y se uniría semanas más tarde al Inter de Milán. Y Gaizka Mendieta, el capitán, emblema y mejor jugador de la plantilla afirma que quiere ganar títulos. El murciélago del escudo como lo nombró el presidente Pedro Cortés. El Real Madrid quiere ficharlo pero el Valencia se niega a venderlo al equipo de la meseta y termina yéndose por 48 millones de euros, siendo presentado con cara larga con la camiseta de la Lazio, ya que su intención era irse al Real Madrid. Al menos su cuenta corriente lo agradecería, pero lo que son títulos, no ganaría ninguno. Debido a la marcha de Mendieta, Pedro Cortés, quien había jurado que nunca vendería al vasco, tuvo que dimitir al incumplir su palabra. Jaume Ortí lo reemplazaría. En unas semanas el club se había quedado sin su capitán, sin su entrenador y sin su presidente. 

Así pues, el director deportivo Javier Subirats se puso manos a la obra para buscar un nuevo técnico que hiciera olvidar a Cúper. Los entrenadores que había en el mercado sabían de la exigencia de Mestalla y conocían cómo habían tratado gran parte de los valencianistas al técnico argentino por lo que tenían reservas a la hora de aceptar la propuesta del Valencia. Mané, que había llevado al modesto Alavés a la final de la Copa de la UEFA, dijo que no. Luis Aragonés, que había clasificado al Mallorca para la Champions League, dijo que no ya que quería subir a su Atlético de Madrid a Primera División. Javier Irureta, que llevaba unas temporadas muy exitosas en el Deportivo de la Coruña también dijo que no. Carlos Bianchi, técnico de un gran Boca Juniors también declinó la propuesta. Así que el Valencia tenía serias dificultades para encontrar un entrenador de renombre.
Javier Subirats, por aquel entonces director deportivo del Valencia
 
Entre negativa y negativa, a Subirats le iba rondando en la mente el nombre de un joven técnico español, sin experiencia en grandes lides pero, en su opinión, muy válido: Rafa Benítez. Cuando propuso su nombre, ciertos directivos entre risas dijeron que si se trataba del torero (refiriéndose a Manuel Benítez, “El Cordobés”). Pero el director deportivo se jugó su puesto y decidió contratar al entrenador madrileño. Su trayectoria era contradictoria. Dos ascensos a Primera con el Extremadura en 1998 y con el Tenerife ese mismo año, y un descenso a Segunda con el mismo Extremadura. Entretanto había sido destituido en el Valladolid y en el Osasuna. Muy poco bagaje para dirigir al doble subcampeón de Europa. Aterrizó con ciertas reticencias que se incrementaron al ver el nivel de los nuevos fichajes, modestos en comparación con los que se habían marchado: Rufete, Mista, Marchena y la millonada que se pagó por Salva Ballesta y por De los Santos.

Subirats terminó acertando con la decisión, a pesar de que la historia pudo haber cambiado radicalmente si el Valencia no llega a remontar un 2-0 en Montjuïc contra el Espanyol en el mes de diciembre. Aprovechó el bloque defensivo que había heredado de Héctor Cúper y supo llevarlo a otro nivel. La historia es de sobra conocida y aquella victoria en el feudo espanyolista fue lo que impulsó a aquel equipo a lograr el título de Liga 2001/2002 y, dos años más tarde, la Liga 2003/2004 y la Copa de la UEFA de la misma temporada.
Rufete marcando uno de los goles de la remontada de Montjuïc