martes, 5 de mayo de 2015

1998/99.- Atlético Madrid 0 Vs Valencia CF 3 (Final Copa del Rey)


La temporada más larga


LA TEMPORADA MÁS LARGA

La plantilla del Valencia celebrando la conquista de la Copa del Rey
La temporada 1998-99 siempre quedará en el recuerdo de los valencianistas por varios hechos: durante esa temporada por fin se retiraron las vallas de Mestalla, fue la última temporada en la que el Valencia llevó medias negras y, por supuesto, fue la temporada en la que se consiguió el primer título para el conjunto de Mestalla desde la Supercopa de Europa de 1981: la Copa del Rey. Para muchos aficionados supuso el primer título ganado por su equipo que vivieron en sus vidas. Pero aquella temporada fue muy dura y sobre todo, muy larga. 64 partidos repartidos entre Liga, Copa del Rey, Copa de la UEFA, Copa Intertoto y amistosos varios.

La temporada empezó más pronto de lo habitual, a principios de julio, por la obligación del Valencia de clasificarse para la Copa de la UEFA de aquel año vía la Copa Intertoto, último recurso que daba la UEFA para poder clasificarse para aquella competición si antes no se habían hecho los deberes en la Liga.

La temporada anterior fue un tanto convulsa. Destitución de Jorge Valdano en la tercera jornada de Liga, tras tres derrotas y un error garrafal en Santander alineando un extranjero de más en el campo; cambio radical de estilo, de uno más creativo del argentino al férreo control defensivo del recién llegado, Claudio Ranieri; fracaso estrepitoso de la mayoría de fichajes de relumbrón del verano de 1997, casos de Moussa Saïb, Marcelinho Carioca, Morigi, Campagnuolo, Del Solar, etc., más aparte el segundo y último intento fallido de rehabilitar a Romário; y, por último, la dimisión del presidente Paco Roig, reemplazado por Pedro Cortés.

El equipo terminó noveno, a cuatro puntos de la UEFA. A pesar de todo, el último tercio de aquella temporada dio ciertas esperanzas; victorias en el Bernabeu y en el Camp Nou (esta última de manera épica), explosión de un recién llegado en el mercado de invierno como fue el rumano Adrian Ilie, el gran progreso de un joven Claudio López al igual que el de un todocampista que llevaba cinco años en el club y que apenas había destacado anteriormente, como era Gaizka Mendieta. Aparte de eso, había un núcleo veterano que sustentaba el equipo como eran Carboni, Angloma, Djukic y Milla.
 
Ilie después de marcarle un gol al Steaua Bucarest
 Por tanto, el Valencia tuvo que hacer los deberes en julio y para eso se reforzó a conciencia. Vino un tanque italiano para la delantera procedente del Atalanta llamado Cristiano Lucarelli (sin éxito a pesar de llegar a ser años más tarde máximo goleador de la Serie A con el Livorno); vino un experimentado central francés que dejó muy buen recuerdo como fue Alain Roche, antiguo internacional por la selección gala, procedente del PSG; vinieron un par de jugadores rumanos, uno de ellos destacado miembro del Salamanca la temporada anterior y que también participó en el Mundial de Francia de aquel año como fue Gabi Popescu, y el otro un fichaje extraño que ya desde su presentación como nuevo futbolista del Valencia dio destellos de su nula calidad al ser incapaz de dar tres toques seguidos al balón pero que era hermano de una de las estrellas del equipo, como fue Sabin Ilie, hermano de Adrian, vendido como el bueno de los Ilie, pero que duró apenas unos meses sin lograr jugar un solo minuto en competición oficial; también aterrizaron en Valencia dos jugadores suecos que dieron un rendimiento más que aceptable, como fueron el cañonero Stefan Schwarz y el sobrio central Joachim Björklund, dejando este último un buen recuerdo; Téllez, un central robusto procedente del Alavés que apenas jugó un partido con el Valencia. Más adelante, en el mercado de invierno, vendría a Valencia otro rumano, Dennis Serban, que no tuvo el rendimiento esperado. Pero el mejor fichaje de aquel año fue el de Santi Cañizares, para sustituir al jubilado Andoni Zubizarreta; procedía del Real Madrid, donde había quedado libre de contrato, y cuya historia en el Valencia es de sobra conocida en los diez años que pasó en el club.
Aún así, hubo cierto desatino en algunos de los refuerzos, por lo que había que esperar que los jugadores que ya estaban en la plantilla dieran un paso adelante y progresaran como se esperaba de ellos. Había mucha ilusión, tanta que el presidente Pedro Cortés afirmó en la presentación que la Geperudeta (la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad) le había asegurado que este año sí que se tocaría metal.


El equipo arrancó bien en la Intertoto. Afortunadamente, y al tener una sanción en Liga que le impedía disputar las primeras jornadas de la competición liguera, Claudio López renunció a sus vacaciones volviendo directo del Mundial de Francia a Paterna para ayudar al equipo para clasificarse para la Copa de la UEFA. Se eliminó con facilidad al débil Shinnik Yaroslavl ruso (jugando en un campo que parecía una piscina en Rusia, con la graciosa imagen de Mendieta necesitando ayuda de un compañero para subirle un balón y poder sacar un córner), al Espanyol de Bielsa repleto de jugadores de su filial (entre los que se encontraban futuras estrellas como Capdevila, Tamudo o Sergio González) y finalmente al Casino Salzburgo en la final (actualmente el Red Bull Salzburgo).
 
El Valencia carburaba y estaba en plena forma para empezar la Liga con solidez. Además, había una motivación extra aquella temporada: a partir de aquel año los cuatro primeros clasificados de la Liga entrarían en la Champions League y el equipo tenía pinta de ser uno de los contendientes y favoritos.
El sistema de Ranieri era bastante sencillo y reconociblemente italiano: fuertes en defensa, en ocasiones jugando con tres centrales y dos carrileros y un contraataque poderoso aprovechando la velocidad de Claudio López y el talento de Ilie. Era un sistema con el cual el Valencia se sentía cómodo cuando jugaba contra rivales fuertes que tenían que llevar el peso de los partidos pero el equipo sufría contra rivales débiles que jugaban cerrados.

El Valencia empezaba la temporada en Mestalla contra un rival complicado y muy reforzado, como era el Atlético de Madrid de Arrigo Sacchi. Una victoria por la mínima con gol de una de las revelaciones de la temporada, Miguel Ángel Angulo, certificó la candidatura del Valencia a estar con los de arriba. Aún así fuera de Mestalla se mostraba un rival endeble y le costaba dar un paso en firme. Claudio López volvió en octubre, precisamente contra su rival más propicio, el FC Barcelona de Louis van Gaal, en Mestalla, en un partido en el que debutó en Primera con los catalanes un tal Xavi Hernández. Un 1-3 para los culés demostró que el Valencia todavía andaba un poco verde para poder competir con el vigente campeón de Liga. Pero a partir de ese partido el equipo empezó a carburar en serio y sacó adelante sus partidos tanto en casa como fuera, no tardando en colocarse entre los cuatro primeros clasificados, lo cual daba acceso a la Champions League.
Entretanto, el Valencia también empezó su participación en la Copa de la UEFA, lograda gracias a su actuación en la Copa Intertoto en julio. Su primer rival fue el Steaua de Bucarest rumano, donde jugaba el anteriormente mencionado Dennis Serban. El Valencia no tuvo excesivos problemas para eliminar al conjunto rumano y, ya en la siguiente ronda, tocó en suerte uno de los cocos de la competición, el Liverpool inglés. Era una oportunidad fantástica de medirse ante uno de los equipos más atractivos e históricos de Europa. Los ingleses llegaban con estrellas como McManaman, Fowler, Ince o el niño bonito del fútbol británico de la época, como era Michael Owen. El doble valor de los goles fuera de casa fue lo único que permitió pasar de ronda a los de Anfield; el Valencia compitió como un grande pero cayó sin perder ninguno de los dos partidos de la eliminatoria. Había que centrarse en la Liga.

La marcha del equipo fue tal que, al final de la primera vuelta, y tras sendas victorias en el antiguo Lluis Sitjar de Mallorca y en el Calderón, el Valencia se quedaba a tiro de piedra del liderato. Pero una serie de tropiezos tontos lo alejaron de él en las jornadas futuras.

En estas fechas empezó su andadura en la Copa del Rey. Para empezar, un derbi regional contra un Levante que militaba en 2ªB y con el que no tuvo problemas. Febrero deparó tres duelos contra el Barça en diez días, ya que fue el rival que cayó en suerte en cuartos de final de la Copa del Rey. Esa vez el Valencia sí que compitió y de qué manera. Victoria en el Camp Nou 2-3 en la ida (con un memorable gol de Mendieta a la salida de un córner); en Mestalla se logró certificar el pase con una victoria por 4-3; y por último, en el duelo liguero, el Valencia volvió a hacerse con la victoria en Barcelona de nuevo por 2-4. Y estos resultados tuvieron un denominador común: Claudio López, el Piojo: seis goles en tres partidos. Le tenía tomada la medida a Van Gaal, quien además, gracias a su cabezonería, dejaba al argentino que campara a sus anchas y destrozara a los Frank de Boer, Abelardo, Sergi y Pellegrino.

Claudio López celebrando un gol contra el Barcelona

En la Liga, el Valencia continuó con cierta regularidad, con victorias contundentes como la ya mencionada en el Camp Nou contra el Barça, o contra el Athletic, combinadas con partidos contra rivales más débiles en los que se escaparon puntos, como contra el Extremadura de Rafa Benítez.

Así se llegó a junio, con el Valencia luchando por una plaza Champions con el Mallorca y el Celta de Vigo y en semifinales de Copa del Rey, donde esperaba el Real Madrid. El resultado de aquella eliminatoria es de sobra conocido, con una de las victorias más holgadas del Valencia en toda su historia contra los merengues. 6-0 fue el resultado final y Mestalla terminó el partido comparando a los de Chamartín con la floja selección de San Marino, quienes hacía poco se habían llevado también seis goles de su visita a España para jugar contra la selección. La vuelta fue un puro trámite y en la final esperaría el Atlético de Madrid.

El videomarcador de Mestalla mostrando la goleada propinada por el Valencia al Real Madrid

Mientras tanto, el Valencia se complicó la vida en la penúltima jornada, perdiendo en el campo del a la postre descendido Tenerife, lo cual hacía que el equipo de Mestalla no dependiera de sí mismo en la última jornada. El rival era el Celta de Vigo y el Valencia jugaba en casa contra el sorprendente Mallorca de Héctor Cúper, clasificado matemáticamente para la Liga de Campeones. El Valencia debía ganar y que el Celta perdiera contra, precisamente, el Atlético. Eso es lo que ocurrió. El Valencia se deshizo sin problemas de los mallorquinistas mientras el Atlético ganó en Balaídos, lo cual le aseguraba a los colchoneros una plaza en la Copa de la UEFA del año siguiente, ya que al clasificarse el Valencia para la Champions, el subcampeón de Copa del Rey jugaría la segunda competición continental mientras que, si el Valencia hubiera fracasado en su intento de llegar a la Liga de Campeones, el equipo clasificado para la UEFA hubiera sido el séptimo clasificado. Así pues, fiesta en Mestalla, con Claudio López dando vueltas al estadio con una senyera en sus hombros. La gente pensaba que era su despedida. Tenía muchas novias y el Valencia tenía complicado retenerlo, aunque al final lo consiguió. También era la despedida de Claudio Ranieri, quien había decidido dejar el club por el Atlético de Madrid; el italiano sería sustituido, curiosamente, por Héctor Cúper.
 
Claudio López portando la "Senyera"

 El 26 de junio de 1999 fue la gran noche. El Valencia llegaba a la final de la Copa del Rey, que se disputaría en el estadio de La Cartuja de Sevilla. El Valencia llegaba fuerte mientras que su rival, el Atlético de Madrid, llegaba con dudas. Su marcha en Liga había sido muy irregular, Sacchi fue despedido a mitad de temporada y reemplazado por el serbio Radomir Antic y, aún así, habían terminado decimoterceros. El partido fue un baño por parte del Valencia desde el primer al último minuto. Claudio López hizo un partido fantástico con dos goles de bella factura pero si hubo una estrella en aquel partido, esa fue Gaizka Mendieta. Su gol en la final fue antológico, tanto que es mejor verlo que explicarlo con palabras…considerado como uno de los tantos más bellos de la historia. El Valencia se proclamó campeón de la Copa del Rey veinte años después y ganó un título dieciocho años después. Valencia recibió a sus héroes como merecían, como unos campeones. Y todo aquello a pocos días de que se cumpliera un año exacto del comienzo de la pretemporada. Una temporada larguísima, muy intensa, que permitió al Valencia volver a codearse con los mejores y que era simplemente el aperitivo para lo que vendría en los años siguientes.